Problemáticas sociales de la juventud colombiana
La estimación de la población joven para
el año 2000 (entre 14 a 26 años) era aproximadamente 8.9 millones de personas,
que representa el 21% de la población total colombiana. En este sector poblacional
-y en especial, entre los jóvenes más pobres- se están concentrando serios
problemas de exclusión, falta de oportunidades y reproducción de la pobreza.
Los
datos del último censo, plasmados en el estudio “La juventud colombiana en cifras”,
señalan que entre los hombres jóvenes colombianos se presentan los más elevados
índices de muertes violentas y las menores expectativas de vida, en
comparación con los jóvenes de los demás países de América. De otra parte, un
amplio número de ellos, están marginados simultáneamente de la escuela, la tradición escrita, la ciencia y la tecnología,
de las posibilidades de trabajo, la participación política, la recreación y las
posibilidades de expresión de sus potencialidades.
En efecto, esta situación
termina convirtiéndose en “caldo de
cultivo” para su ingreso a los diversos circuitos de ilegalidad: grupos
armados (guerrilla, paramilitares, delincuencia común), redes del narcotráfico y contrabando, prostitución, etc.
Los problemas
más relevantes de los jóvenes colombianos al comenzar el siglo XXI son:
Violencia
Entre
1990 y 1994, murieron en forma violenta aproximadamente ochenta mil jóvenes...” La composición de la población carcelaria por
edades presenta una proporción del 56.9% del total de presos que se encuentra
entre los 18 y 30 años. No sobra decir que en
la situación de guerra que vive Colombia, los combatientes son en su gran
mayoría jóvenes.
Otro
elemento a tener en cuenta: el Defensor del Pueblo en su informe anual al
Congreso dice: “Se presume que de los 24.000 guerrilleros del país, entre el 60
y 70%, esto es, de 14.000 a 16.800 guerrilleros son jóvenes entre 13 y 25 años”.
Por parte de los grupos paramilitares se tiene, por información de la
Defensoría del Pueblo, que la mitad de los integrantes de estos grupos están compuestos por jóvenes.
El
38% de la población de jóvenes colombianos se encuentra en situación de pobreza
o de miseria. El fenómeno del desempleo en el país ha venido aumentando
especialmente entre la población joven. Esto muestra las dificultades crecientes
para que los jóvenes se incorporen al trabajo, lo que lleva a que el grupo de
desempleados esté cada vez más constituido por
jóvenes.
En
los sectores populares, la situación es crítica y la tendencia recesiva no
muestra síntomas de
recuperación.
La
educación no es un privilegio de todos. Pero se debe hacer consciencia que
dicho privilegio ha entrado en crisis como lo demuestran las tasas de deserción
que en los dos últimos grados de educación básica llegan a 10% y 8.5% respectivamente,
señalando como causas principales la necesidad de trabajar (36%) y los costos
elevados del servicio educativo (22%).
No puede desconocerse la dramática
situación que vive la educación pública y su tendencia acelerada a la
privatización, siendo la juventud la población más afectada por esta situación:
la educación formal cobija sólo al 50% de los
y las jóvenes entre los 14 y los 26 años.
Exclusión
La
sociedad colombiana ha venido manifestando una progresiva exclusión de la
juventud de los procesos sociales y políticos, y una marcada dificultad para el
diálogo y la comprensión intergeneracional. Frecuentemente se percibe al joven como
sujeto de alta peligrosidad por su protagonismo en fenómenos de violencia y
criminalidad. Esta situación es más relevante para aquellos que viven en situación de pobreza y que habitan en
las zonas marginales de los centros urbanos y se correlaciona directamente con procesos
sistemáticos de aniquilación de jóvenes bien sea
por operaciones como las denominadas de "limpieza social", por
asesinato selectivo o como víctimas de los homicidios de la delincuencia común.
Derechos Humanos y Jóvenes
En
1991 se produce una importante reforma al texto constitucional de
Colombia. Aunque la Nueva Constitución
reconoce la posibilidad de “participación activa de los jóvenes” (art. 45) en
la vida
pública, en la práctica disponen de escasos espacios y oportunidades para
participar en la vida política y social de sus comunidades. Prácticamente no
disponen de posibilidades de real injerencia y
comunicación con las autoridades, siendo frecuentemente espectadores pasivos de
decisiones que los afectan directamente en su presente y su futuro, debiendo
optar por soluciones individuales no legitimadas socialmente.
La
falta de participación ciudadana de los jóvenes, en general, y de los jóvenes
en situación de pobreza, en particular, se expresa también en la debilidad de
sus organizaciones. La acción colectiva es escasa y tiende a tener un deficiente apoyo, cuando no
una oposición, de parte de la comunidad y del Estado. Contribuye a esta
situación la imagen estigmatizada negativamente de los jóvenes populares que prevalece en la opinión pública, difundida
por los medios de comunicación masiva, reforzando así su segmentación espacial
y social.
La
falta de reconocimiento en el espacio público es tan intensa en los jóvenes
populares, que padecen el silenciamiento y el desconocimiento sistemático de
sus contribuciones culturales, afectando ámbitos como la relación entre géneros, el
respeto al medio ambiente o la tolerancia hacia la diversidad, donde las nuevas
generaciones muestran nítidos signos de transformación respecto de prejuicios y limitaciones de la sociedad adulta
establecida.